sábado, 6 de mayo de 2017

Line of Duty. Cuarta temporada

Vuelve la salpicadora de mierda ajena hecha a la perfección. Vuelve Line of Duty con su cuarta temporada. Nada es lo que parece. El ACNEE de turno vuelve a ser sospechoso de asesinatos, violaciones, secuestros y todo lo que se le pueda culpar. La jefa que lleva el caso, atiende a sus superiores y ve claro el asunto. Lleva el tema a fiscalía y el borderline entra en preventiva. Pero el forense de su equipo no está de acuerdo y empieza a meter cizaña en anticorrupción, en asuntos internos, en jodiendas con vistas al Támesis. Con esa premisa, el equipo de Line of Duty vuelve a las andadas, a ver(se) en túneles, a infiltrar(se) en equipos ajenos de policía, a buscar donde quizás no exista nada. Pero está la sombra de que algo pueda existir, algo jodiendo o algo jodido o algo que estaba ya podrido en Dinamarca antes de que estrenaran Borgen. Celos, envidias, perdedores que no asumen su derrota, indiferencia familiar, desastres que se suceden uno tras otro. Mierdas entre ascensos, vueltas a las rutinas laborales, camisas y faldones por fuera en mitad de la oficina. Del traje al estrés, y tiro porque me toca. Line of Duty sigue siendo una gran reflejo de las cloacas policiales y políticas. Hilos que manejan el cotarro y que manchan, extorsionan y llenan de mierda a cualquier funcionario para que los verdaderos mandamases se salgan con la suya. El problema es que siempre nos quedamos con los daños colaterales, con el barniz, con el perfume ajeno y no vemos el continente de mierda en que vivimos, que sufrimos y que no queremos cambiar.