domingo, 22 de enero de 2017

Skam. Primera temporada

Empieza lenta y regular la primera temporada de Skam, pero luego se endereza. Tienes sus momentos. Noruega suena diferente y estas chicas, con esa escena en plan Reservoir Dogs, resume muchos asuntos de la serie. Pero no todos. No es fácil asimilar a los jóvenes de los institutos en mitad de su desorden emocional, de su caos hormonal, de su mierda existencial. Por mucho que lleves una camiseta de los Raiders, no estás en la Bahía. Buena reflexión sobre los rumores, sobre el qué dirán, sobre los clichés baratos, sobre lo que no se dice y no se cuenta, sobre las consecuencias que tiene en la adolescencia los dramas de la infancia. Y Skam pone énfasis sobre la soledad. Estamos solos en mitad de la multitud. Creemos que poner(nos) la capucha lo soluciona todo. Pero no. No es imposible aislar(se). Solo toca aguantar el chaparrón, seguir la línea blanca, sea o no de papel higiénico, en plan Aragón. ¿Qué es el drama en la adolescencia? ¿Por qué cuándo pasa cierto tiempo lo relativizamos todo? ¿Por qué un móvil puede hacer tanto daño? ¿Por qué repetir los errores una y otra vez? ¿Por qué repetir las mentiras? ¿Por qué una disculpa puede hacer olvidar tanto drama? Buena reflexión, entre gorros invernales, sobre el desamor (no solo adolescente). Asumamos la derrota. Como en Juegos de Guerra, "la única manera de ganar es no jugar". La guerra termonuclear mundial no es nada al lado de una crisis adolescente. Absolutamente nada. Nada.