sábado, 15 de agosto de 2015

Hannibal. Primera temporada

No es lo más agradable de ver una tarde de verano con cuarenta grados centígrados. Sangre, entrañas, cortes en distintos miembros, asesinos en serie, colgados en distintos lugares del mundo y posición, cánceres en estado terminal, locas y locas del universo creativo. Vaya tela esta primera temporada de Hannibal. No apta para niñatos, niñatos, camiones que han acabado cuarto de la ESO o fresitas en general. El problema de esta primera serie, como en las películas, es que Hannibal se hace querer: mata a peña que debe morir por no saber tocar un instrumento musical. Y se carga a escoria en muchos sentidos de esa gran palabra adorada por Felipe II. Perros recogidos sin motivo aparente, sueños de sudor, renuncias y matemáticas de cuernos. Gran temporada pero siempre rozando el anhelo de lo desangelado. Y todo lo demás.

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