viernes, 12 de julio de 2013

The Americans. Primera temporada

Dentro de las bondades del desempleo se encuentra el uso del interino parado como elemento de jardinería y limpieza. He sido llevado, cual gulag, de Villa desmadre al extremo de las tierras de Pilar Barrerio, otro ejemplo gaviotil de que el despilfarro en la capital cartagenera olvida el resto de territorios anibalescos. Cosas que pasan en la “nueva ciudad nueva” que es lo que significa Cartagena. Pero vayamos a lo interesante. En el destierro carmolinesco, sin pisar un bar casi una semana, he tenido la posibilidad nocturna de acabar de visionar The Americans. Hay que situar el contexto histórico: Reagan y su mandato maquiavélico; un grupo de republicanos utiliza a un decrépito actor para darle un barniz más antisoviético que nunca mientras ellos se ponen hasta arriba de coca. Pero otro cantar es el que sonaba. Es cierto que el solar que dejó Jimmy “cacahuete” Carter fue importante; otra cosa es lo que, aprovechando la bipolaridad mundial, hicieron en Yankilandia. Y es que, una de las ventajas de The Americans es que te lleva a tu terreno. Te vende bien la URSS. El matrimonio de espías en el D.C. capitalino y la compleja red de los rusos en Norteamérica. Y la elección de actores es importante. Importantísima. Creíbles incluso con las innumerables pelucas y caracterizaciones que utilizan. Keri Russell, si, aquella niña que se iba a la universidad en Felicity, es la parte espía del matrimonio que lleva las riendas. Lo borda con aguja de ganchillo. Menuda crack. Como torea a los adultos. Los únicos que la odian son sus hijos porque le queda la parte de la educación soviética, aunque traga con asuntos capitalistas sin mucho gusto. Matthew Rhys, parte espía masculina, a la merced de la esposa que no esposa aunque antes o después las mentiras se rompen. Del resto, hay que quedarse con Noah Emmerich, agente del FBI, nuevo vecino del matrimonio que al principio desconfía de ellos y que luego se va acercando al lado oscuro de la fuerza. Nada es lo que parece, todo es mentira y nadie es bueno por naturaleza. Existen planes para desintegrar, como canta Daniel Garuz, todo lo que parezca excepcional. ¿Tan bueno/malo es el comunismo? ¿Tan bueno/malo es el capitalismo? ¿Tan jodidamente lejos está el negro del blanco? ¿Y los putos grises? Aparte de ver(los) en el SOS no se ven por ningún lado… Ah, y que no se me olvide para aquellos que, como yo, fliparon con las dos primeras temporadas de Justified. Vuelve por aquí la madre de todas las batallas, la dueña del destilado más peligroso del mundo… Que pequeño es el mundo televisivo y que grandes sus sombras. Y nada de pedir perdón, por favor, que el año 1981 fue muy jodido. Pues eso, estáis tardando en verla. Y todo lo demás.

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