jueves, 13 de junio de 2013

House of cards. Primera temporada

House of Cards, en versión yanki es una amalgama de políticos y, cuando estos tipejos llevan sus tejemanejes solo puede salpicar una cosa: mierda. Y más mierda. Y más mierda. Si todos los jueces fuera como Alaya, nos enteraríamos de doscientos mil disparates diarios. Corrupción desde el congresista que maneja la mayoría demócrata en el Capitolio estadounidense: una mayoría no tan manejable, según cuentan aquí, o contaba en El Ala Oeste de la Casa Blanca. Y el liante no es otro que Kevin Spacey, sin beautys flores en el ojal americano. Un cabronazo político y que convive con Robin Wright, una esposa que va de ecologista pero que como el marido utiliza a amantes y empleados como le apetece. Vamos, que desde el D.C. todo el mundo te mira por encima del hombro. Y la tercera pata del banco es Kate Mara, jovenzuela periodista sin escrúpulo que se jinca a todo lo jincable (el Word lo cambia automáticamente por fincable, que a fin de cuentas es lo mismo) por conseguir un exclusiva tuiteando o de rodillas, lo que haga falta. A ellos se juntan putas multadas, jefes de periódicos, compañeros impúdicos, secuaces amargados, Presidentes que no lo son tanto, escuderos frustrados, Secretarias de Estado de cuota, niños que juegan con pajaritas, carne de astillero, juguetes rotos y congresistas cocainómanos. Un mejunje con el que pasar el rato. Y todo lo demás.

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