sábado, 30 de junio de 2012

Juego de Tronos. Segunda temporada.

Aprovechando el final de junio y su esperado calor, he decidido ir a Invernalia y terminar de ver la segunda temporada de Juego de Tronos. Después de ver los capítulos 9 y 10, auténticas películas, me da miedo poner la tele y encontrarme a Steve Martin haciendo el jarra en cualquier comedieta de mierda. Juego de Tronos siempre es una salida hacia delante, un recurso para cualquier día jodido, un aire fresco en mitad del bochorno y muchas cosas más. No tengo el valor de meter mis retinas en esos libros, pero deben de ser maravillosos contando estas historias. Y las cabezas cortadas buscan venganza. Y los espíritus asesinas. Y nunca un padre llegó con tanto oportunismo. Y los dragones no puede mazmorrizarse. Y hay niñas que sobreviven, que lo llevan en la sangre. Y el negocio es el negocio, aunque nunca entiendas lo que haga tu madre. Y tronos que quedan grandes. Y brazos que sorprenden. Y prisioneros pedantes. Y maestres con recetas mágicas. Y curanderas norteñas. Y tipos que prometen muerte. Y diez mil cosas más.

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